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Este domingo, en la plazoleta del Inmigrante se realizó una emotiva celebración en honor al Día del Inmigrante, organizada por la Municipalidad de General Alvear. El acto marcó también el puntapié inicial de las actividades previstas por el aniversario del distrito, en el marco del tradicional “Septiembre Bowense”.
El evento congregó a vecinos, autoridades, representantes de distintas colectividades y familias descendientes de aquellos hombres y mujeres que, en busca de un futuro mejor, eligieron estas tierras para echar raíces.
El delegado de Bowen, Luis Gergeluk, visiblemente emocionado, expresó: “hoy es un día muy especial. Somos nietos de inmigrantes, tenemos un poquito de cada uno de los países del mundo: ucraniano, español, italiano… Es un día que nos toca muy profundo en los sentimientos, por lo que uno ha vivido durante toda la vida. Estamos muy contentos por la cantidad de gente que se sumó y por dar inicio así a las actividades del septiembre bowense”.
Durante el acto se entregaron reconocimientos a inmigrantes que llegaron al distrito desde el siglo XIX hasta la actualidad. Las colectividades italiana, ucraniana, española y japonesa estuvieron especialmente representadas, en un homenaje que buscó visibilizar el esfuerzo, la cultura y el legado de quienes forjaron la identidad de Bowen.
Testimonios que emocionan
Uno de los momentos más conmovedores de la jornada fue el testimonio de Aurora Cañada López, una inmigrante nacida en Granada (España), que llegó a Argentina en 1954. Acompañada por el médico local Marcos Domenech, compartió recuerdos de su infancia, los duros comienzos y el fuerte vínculo que aún mantiene con su tierra adoptiva.
“Llegamos al Oeste y después al campamento, a la calle 16. Nos dieron una finca que no tenía ni casa ni nada. Tuvimos que desmontar y construirla. Tenía 13 años. Mi papá había estado en la guerra y no quería que sus hijos pasaran por lo mismo. Cruzábamos el monte a pie para aprender a coser en Bowen, tres veces por semana. No había heladera, ni luz, ni lavarropa. Todo era sacrificio, pero salimos adelante”, relató Aurora con una lucidez y calidez que conmovieron a los presentes.
Hoy, a sus 85 años, Aurora sigue viviendo en Bowen, en el paraje Los Ángeles. “A mí que no me cambien. Hace 65 años que vivo acá. No me voy a otro lado”, afirmó con orgullo.